El Yo

El otro día, o sea ayer, mientras pensaba algún tema para mi próximo post, me di cuenta de que la mayoría de ellos eran bastante egocéntricos. En cierta forma eso me descolocó y me molesto conmigo mismo, como era posible que no se me ocurriera nada original y un poco más universal. Pero de tanto darle vueltas a la cosa del egocentrismo terminé planteándome una de esas incógnitas filosóficas densas, donde siempre que llegas a una respuesta relativamente satisfactoria, aparecen como diez incógnitas nuevas. El Yo. Que es el Yo, quien soy yo. Algo tan simple, pero tan difícil de contestar. Si dijera que yo soy Rodrigo, en parte sería verdad, soy Rodrigo, pero que representa eso de mi yo. Es solo un nombre, perfectamente me podría haber llamado Francisco, Emeterio o hasta Chancleta si se les ocurre a mis viejos. Algunas veces los nombres se remplazan por otras cosas, olores por ejemplo. “Ahí viene ese weon con olor a rodilla”, con ese comentario la persona queda clasificada y personificada por un olor, algo tan extraño y distante de un nombre, pero efectivo a la vez.

Entones, ¿quién soy yo? Yo soy yo, pero no es único. Existe una visión de mi yo en cada una de las personas que me conocen. Cada una tiene su propia versión del Yo que represento. Todas ellas son representaciones válidas de mi Yo. Eso lo pensé por primera vez al ver Evangelion, una serie de anime que me hizo rallar la papa y que se la recomiendo a todos, pero eso es tema para otro post. Existe una versión mía en la mente de mis papás, en la de cada uno de mis amigos y en la de cada una de las personas que me conocen, por muy mínimo que sea. Todas son válidas y representan una fracción de mi Yo global, que se logra al juntar cada una de ellas.

En la medida de que mi Yo personal armonice con mi Yo que existe en los demás, las relaciones con ellos van a ser mejores y más plenas. Cuando esa armonía llegue a ser una sincronía casi perfecta se podría llegar al amor o a las amistades imperecederas. En el momento en que se acepte que el Yo que represento es la conjugación de mi Yo y el existente en el resto, se llega a una aceptación de uno como persona y justamente independencia de mi Yo que existe en el resto de las personas que me conocen.

El weon del jockey