La Democracia

Democracia, término más que manoseado y repetido por cuanta persona que intenta hablar de política o se las da de político. No es un tema fácil o quizás normal a tratar, a no ser que uno tenga un par de copas en el cuerpo y alguien tire aquel comentario político que desate el debate clásico de bandos, responsabilidades e historia, en el que cada uno de los participantes tratan de “convertir” a los demás a su posición política porque todas las demás son erradas. Esa forma tan inmadura e imparcial de ver la política quizás era válida en tiempos pasados, donde el escenario político no “permitía” la flexibilidad necesaria. Hoy en día es necesario, en mi opinión, la apertura de mente, la convergencia de políticas distintas, que se complementen y creen posiciones más válidas y completas.

El sistema político actual está vencido. No es válido. Esta eterna pugna entre partidos, esa forma infantil e ignorante de creer que porque la otra persona no piensa igual a uno, no sabe nada y es una estúpida que no aporta nada es una forma cerrada e inútil de gobernar un país. La pseudo-casta política chilena es un grupo de personas que se repiten de manera casi monárquica e inamovible su condición de “políticos”. Piensan en los partidos y su propia supervivencia como tales, donde cualquier persona ajena al partido o a su pensamiento político es un pobre ignorante.

La apertura de mente de la que la sociedad chilena se jacta tanto, como la nueva campaña del sida, la homosexualidad, la violencia intrafamiliar, el neo-femenismo, etc. No toca aún a esta casta política que se sigue manteniendo en este estado anacrónico en el que perfectamente se podrían intercambiar por los pipiolos y pelucones de épocas anteriores y su aporte sería casi el mismo. Parlamentarios que no asisten a las sesiones en el parlamento, ya que están haciendo campaña con el candidato de turno (como si nosotros en el trabajo pudiéramos faltar cuando nos de la regalada gana, porque un amigo necesita una “paleteada”), gobernantes que se preocupan más en arreglar problemas del partido, que en los problemas de estado, alcaldes que se enfrascan en peleas por pequeñeces con concejales “rivales”, etc., etc., etc.

Para variar ya me fui de la idea. La democracia, el gobierno de todos. Esto erróneamente se asocia con la votación democrática, que es algo absolutamente distinto. Se creen que por el simple hecho de ser elegido mediante una votación democrática se tiene una democracia. Esto es como mezclar peras con manzanas, como versa el dicho popular. En la democracia real, los que gobiernan son todos y se elige a alguien que los represente para enfrentar problemas comunes y resolverlos. La opinión pública es fundamental en esta labor. No sólo la opinión pública clásica, que vendría a ser la prensa, sino que lo que cada uno de nosotros opina. Todas las opiniones son válidas, aunque no aporten nada, pero es lo que cada uno de nosotros piensa y en el fondo es el sentido de la democracia. Hoy en día, la tecnología es un gran aporte en este ámbito, donde cada uno de nosotros se puede expresar fácil y libremente y ser escuchado (y hasta quizás, ser tomado en cuenta).

Internet y la actual moda de los blogs pueden ser usados de manera constructiva. La semana recién pasada se llevó a cabo una de las mejores ideas en pro de la democracia, el Foro Blog Pais Digital para las Elecciones del 2005, el que se sumó a los blogs de políticos y personalidades (como el de la presidenta del Comité de Defensa del Estado, Clara Szczaranski). Esta es una real oportunidad de ejercer nuestro derecho como ciudadanos a que se nos tome en cuenta, a salir de aquella percepción que tienen los políticos de que somos una masa ignorante que debe ser manejada como una manada de animales porque no sabemos lo que es mejor para nosotros.

Hay que darse a conocer, ejercer nuestros derechos, opinar, mejorar la política nacional, porque todo eso está en nuestras manos y no va a cambiar en nada si nosotros seguimos de brazos cruzados. La idea no es comenzar una revolución de los medios, ni del pueblo, ni nada, simplemente comenzar este sigiloso cambio para trasformar nuestro gobierno en una real democracia y nuestra política en una política real, que aporte y salga de la visión del partido político y los bandos. Que se cree una real sociedad democrática y vigilante de nuestra democracia.