lunes, noviembre 28, 2005

Nacionalismos

Luego de una larga pausa retomo la escritura y el posteo en mi blog. Ahora ya hay un poco más de tiempo y relajo, como para pensar en cosas ajenas a la Universidad.

La semana pasada, y por un corto periodo de tiempo, la pagina principal de la Universidad de Concepción, mi querido centro de estudios, fue reemplazada por otra en alusión a temas nacionalistas ajenos a la contingencia de la familia universitaria. El hecho de que hackeen de esa manera la página de la U no me afecta mayormente, sólo me preocupa que la seguridad sea tan baja.

Lo que me molesta es que aun existan esos nacionalismos radicales que se basan en excusas baratas para desarrollar actividades en “nombre” del país. Siendo yo chileno me es imposible no tocar el tema de las “rivalidades” con nuestros vecinos, refiriéndome a todos. Nunca he entendido los nacionalismos, entiendo el patriotismo, el estar orgullosos de su país, de su gente, de su cultura, pero recurrir a ideas o excusas para tratar de reemplazar ese patriotismo por nacionalismo lo encuentro bastante bajo. Habla muy mal de las personas, independiente de su país de origen. Existe gente en todos los países que lo hace: chilenos, argentinos, peruanos, bolivianos, etc. (me refiero a ellos por nuestra calidad de vecinos). Al igual que existe gente que no lo hace, en todos estos países nuevamente. He tenido el gusto de compartir con gente de estos paises, en muy buena onda y creando muy buenos lazos, independiente de las posibles “diferencias” que puedan existir. Con los peruanos tomamos pisco sour, que independiente de su procedencia cumple el mismo objetivo de despejar las mentes y alegrar los corazones. Con los argentinos he jugado fútbol en más de una ocasión, como compañeros y rivales, y hemos gritado los goles juntos, independiente de las camisetas nacionales. No es que no hayamos conversado estos temas que pueden complicar a algunos, lo hicimos, pero siempre respetando y escuchando las posiciones del otro. Es lo que hay que hacer. Todos somos humanos, todos nos equivocamos, la valentía no esta en mantener firmemente su posición, cayendo en una intransigencia absurda, la valentía esta en reconocer los errores y corregirlos.

No nos valgamos de ideas y principios absurdos para potenciar nuestro patriotismo y unión nacional

martes, noviembre 01, 2005

Premonición

El Universo silencioso rodea al SDF-1 que se mueve lentamente en este vasto mar de estrellas. En el puente de mando se encuentra el Capitán Gloval mirando el suelo como suele hacerlo. Pero esta vez es distinto. Su siempre tranquilo semblante refleja algunos matices de nerviosismo. Fuma su pipa más rápido de lo normal, algo imperceptible para cualquiera, pero no para el equipo del puente. Nadie se explica él porque de este nerviosismo. Esta es una actitud ajena al normal comportamiento del Capitán, a lo más algo de exaltación, pero nunca nerviosismo. Se siente un ambiente de tensión. Fue tan repentina esta actitud del Capitán que nadie la comprende.

De pronto, alza la vista, como buscando en las estrellas una respuesta. Una respuesta a esta aflicción con la cual despertó esa mañana. Tiene un extraño presentimiento. No sabía bien de que, pero lo mantiene en un estado de nerviosismo nunca experimentado en él. Pensaba en su vida, en sus sueños, en sus anhelos.

Como por acto de magia aparece del hiperespacio lo que él tanto temía, pero no lo sabía. Un sentimiento de impotencia comenzó a crecer en su interior. Un silencio elocuente e infinito se dejo correr por el SDF-1. Tras un estado catatónico experimentado por la tripulación, el Capitán da la orden. Lisa comunica por los altoparlantes, distribuidos por toda la indefensa nave, la llamada a los pilotos. Entre los ciudadanos corrientes comienzan a surgir los temerarios pilotos. Acuden a sus puestos de batalla, mientras los civiles corren a sus casas buscando una seguridad que en este caso no sirve de mucho. A cada piloto se le comunican sus ordenes, sin saber que lo más probable es que no vuelvan de esta batalla. Han llegado a la frontera de la vida y la muerte.

Mientras, en el puente, el Capitán medita su decisión. Tal vez es conveniente ordenar la retirada de los Veritech para que los avezados pilotos puedan pasar sus últimos momentos en compañía de sus seres queridos y no desperdiciar sus fuerzas en una batalla que ha sido escrita antes de ser comenzada.

Los pilotos, ignorantes de la situación que se lleva a cabo en el exterior, deseosos de batallar, van como reses al matadero en un camino sin retorno. Tan sólo al salir se dan cuenta de lo que verdaderamente acontece. Sus naves parecen de juguete ante el poderío del enemigo. Quizás presintiendo su final, muchos realizaron acciones suicidas que poco o nada dañaban al enemigo, que se movía a paso firme hacia el SDF-1. Se vivía un estado de desorganización tal, que muchos pilotos conocidos por su valor y sus hazañas, simplemente no sabían que hacer y se entregaban al enemigo, como buscando algún perdón que los liberara de esa pesadilla sin sentido. Pero poco a poco esto fue pasando y los respectivos Comandantes comenzaron a tomar sus posiciones de liderato como piezas en este ajedrez bélico. Los ya diezmados pilotos volvieron en sí, tras aquel frenesí de desesperación y angustia. Se libraba una batalla como nunca antes vista. Aquí se podía distinguir claramente a los héroes, que por sus maniobras y hazañas se destacaban de entre los demás. En esta euforia colectiva donde todos habían recuperado las esperanzas en un futuro, nadie se percataba de lo que realmente sucedía.

En el puente el Capitán Gloval permanecía en silencio, mirando la batalla. Faltaba algo, aún tenía ese extraño presentimiento que lo mantenía en una tensión constante. Repentinamente se percata de las verdaderas acciones del enemigo. Mientras ilusionaba a sus contendores con una batalla irrelevante cargaba sus cañones principales, apuntando al otrora glorioso SDF-1, que se veía empequeñecido ante la majestuosidad del enemigo.

Raudamente, el Capitán ordena que se prepare el cañón principal como única arma capaz de dar una luz de esperanza a la humanidad. La alarma se hace correr por la nave. Los ciudadanos, los tripulantes de aquella ciudad-urbe, se desesperan, como vaticinando un hecho que marcará lo que resta de sus vidas, tal vez cortas, o tal vez largas. Los segundos se hacen horas. La temperatura dentro de la nave aumenta en una combinación de calor mecánico y calor humano. La existencia se transforma en una maldición de la cual nadie tiene salida. Comienza una batalla aparte, una batalla en el reino de Cronos. Nadie conoce el tiempo necesario para que los cañones del enemigo se carguen, pero aún mantenían la esperanza de ganar esa batalla que marcaría un nuevo comienzo para la humanidad. De pronto, un sonido punzante, miles de voces se alzan al cielo, gritos gorjeantes de sangre claman perdón como buscando una llave a la vida eterna. Una explosión seca y corta como el fin de una ópera por la vida. Y luego, silencio, sólo infinito silencio.